Conociendo rápidamente lo que piensa el precandidato Carlos Alfonso Velásquez



Sobre la política

“La política ha estado siempre presente en mi proyecto de vida. Pero la política en el alto sentido de la palabra. Es decir, la preocupación porque las cosas del día a día marchen bien, para que siempre haya un mejor ambiente para la convivencia, no solo para la coexistencia. Yo siempre he entendido la política en su concepto alto y amplio, es decir, no solo reducida a lo electoral y al poder. En el amplio concepto la política es el arte de promover y/o proteger el bien común público (o la salud social)”.

Sobre los líderes a quien admira

“En lo internacional a Konrad Adenauer, Charles de Gaulle, De Gasperi y Robert Schuman. Ellos fueron los gestores de la Comunidad Europea después de la segunda guerra mundial. En lo nacional están Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Álvaro Gómez Hurtado y Luis Carlos Galán. En lo militar a Gerardo Ayerbe Chaux, Hernando Currea Cubides, Álvaro Valencia Tovar y Fernando Landazábal Reyes”. 


Sobre la ideología

“El militar con fundamentación ética siempre pretende ser de centro anclado en ideas relacionadas con la libertad ordenada, la justicia en general y con el bien-ser y el bienestar. Mientras estuve activo en el Ejército, en el ejercicio del mando de tropas actué de ese modo, y hoy día después de 24 años de vida civil en un ambiente académico, continúo alimentando mi visión y pensamiento con ideas que se pueden catalogar como de un centro no ecléctico sino con anclaje. Además, diría que tengo algunos rasgos de derecha en lo moral y muchos de izquierda en lo social. Esta es una postura que yo denomino de un centro anclado en ideas, varias de ellas derivadas del comunitarismo. Los problemas o errores de un político, más que de su ideología, provienen de la falta de coherencia y de practicar una especie de ética utilitarista, esto es acomodada a las circunstancias de donde pueda, aparentemente, derivar más poder. Y yo no he caído y espero no caer en ese tipo de error”.

Sobre su fe

Yo sencillamente soy un católico que procura vivir su fe. Al decir “vivir” me refiero, por ejemplo, a que no puedo entrar a una reunión de trabajo y quitarme la fe católica como si fuera una chaqueta. En mis decisiones, posturas y propuestas están presentes los valores católicos como el amor al prójimo y la caridad, que no solo está en dar algo o mucho, sino en comprender y en darse. Eso sí, tengo muy claro la máxima evangélica de “dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César” lo que implica el rechazo en el ejercicio de la política todo aquello que se pueda relacionar con fanatismos. Como un santo dijo alguna vez: “Hay católicos a los que uno quisiera pedirles el favor de que no sean tan católicos”.

Sobre el país ideal

“Debido a la pandemia y al paro prolongado que ha sufrido el país, muy probablemente llegaremos a agosto del 2022 en una situación de crisis socioeconómica, de salud pública y de seguridad que requerirá de políticas públicas de gran envergadura en esos campos. Hay que lograr que un país rico en recursos de diversa índole, especialmente humanos, como Colombia, tenga un estado fuerte por su relegitimación ligada a la credibilidad que debe recuperar frente a la gente, que cumpla con su razón de ser en temas como justicia, seguridad, impuestos justos, educación, salud. También debe ser un Estado muy austero en sus gastos de funcionamiento. Ese es el estado legítimo. 

En cuanto a la recuperación de la dinámica económica y en especial para alcanzar una situación muy cercana al pleno empleo, tan golpeado por la pandemia, como actor económico el Estado será aliado del tercer sector- el de la socioeconomía o economía solidaria- subsidiándolo prioritariamente, dejando así al otro actor, el mercado, funcionar dentro de los cánones de la economía de mercado, eso sí arbitrando o corrigiendo, hasta donde sea posible, las “fallas del mercado”.  

Con ese tipo de estado y de economía la Concordia Nacional prevalecería. Habría unidad en la diversidad, unidad nacional en la diversidad. Dejaría de ser válido aquel título del libro de David Bushnell: ‘Colombia una Nación a pesar de sí misma’ para empezar a escribir otro que bien puede titularse ‘Colombia una Nación que se encontró consigo misma”.

Sobre el manejo de la seguridad

“Hay que realizar una reforma a las instituciones que prestan el servicio de seguridad en sus diferentes dimensiones. Dicha reforma 

permitirá concentrar el grueso de la policía en las áreas urbanas concentrándose en la seguridad y convivencia ciudadana, su principal misión. Los ESMAD serán sometidos a una reforma profunda que abarque su ética y formación humanística y su entrenamiento tanto en el respeto a los DDHH como en el uso racional y dosificado de la fuerza como último recurso para restablecer el orden público cuando fuere turbado.  Para lograr lo anterior hay que crear una guardia nacional rural (una policía con estatuto militar) que tendrá su razón de ser misional en la seguridad de la población rural y sus recursos, protegiéndolos de amenazas provenientes de los distintos tipos de delincuencia organizada rural. Para evitar erogaciones presupuestales mayores en su creación, tanto el Ejército como los carabineros y otras especialidades de la policía se desdoblaran en personal y logística, se reeducaran y reentrenaran para cumplir una misión específica de una guardia o gendarmería rural. El Ejército se reducirá en cantidad, pero no en calidad. Se mantendrá un ejército muy profesional y tecnificado que cumpla las funciones relacionadas con amenazas provenientes del exterior y en las fronteras, y solo en casos excepcionales, bajo única responsabilidad del Presidente de la República, realizará operaciones necesarias y puntuales para restablecer el orden público en el interior del país”. 

Sobre la paz y el posacuerdo con las extintas Farc 

En el reciente pasado escribí un libro y varias columnas de opinión criticando aquella estrategia militar que muchas veces, tal vez sin calcularlo, ponía a la guerra como fin y no como un medio para llegar realmente a la paz. Ahora, con respecto al posacuerdo, hay que tener en cuenta que durante el próximo cuatrenio se debe continuar implementando lo acordado, y se hará dándole la importancia que merece toda vez que si se examina bien dicho acuerdo, su implementación es muy conveniente para la marcha del país. Pero lo más importante es aprovechar la nueva visión para el campo que promueven los acuerdos para introducir lo pertinente en un plan estratégico de desarrollo rural que incluya incentivos para que por voluntad de la misma gente se disminuya de manera sensata y moderada la densidad habitacional de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. También tendremos que determinar muy bien lo que le espera al campo en cuanto los tipos de cultivo y productos claves en los próximos 20 años. Hay que darle prioridad a este tema con investigación metódica a través de universidades y el Ministerio de Ciencia y Tecnología”. 


Sobre quienes no tienen cabida en su proyecto

En este proyecto darle bienvenida a personas inmersas en la polarización que nos afecta, sería incoherente. Ese tipo de perfiles no son acordes con la Concordia Nacional, aunque se toleren, de tal manera que solo si deciden cambiar su perspectiva de polarización podrán ser acogidos. A mí lo que me importa en las personas es que sean éticas, leales, coherentes y competentes sin importar que sean de derecha o izquierda. 

De todas maneras, las personas llamadas a ejercer liderazgos dentro de este proyecto no son aquellas que busquen en su proyecto de vida las 3 Ps: plata, poder y placer, sino quienes procuren practicar las 3 Ss: Solidaridad, subsidiariedad y servicio.  

Sobre el paro nacional y las protestas de los últimos meses

Lo que ha ocurrido desde el pasado 28 de abril con las marchas del paro nacional     que derivaron en movilizaciones y protestas pacíficas y violentas protagonizadas principalmente por sectores de los jóvenes que denotan no tener una educación y formación suficientes, y que por ende se sienten sin futuro, nos muestra un drama de inequidad social que hay que solucionar a fondo en aras de la salud social del país. 

Pero también nos muestra un gobierno central encabezado por el presidente que desde las protestas de noviembre de 2019 mostró su inclinación a no darle ninguna razón a los protestantes y en consecuencia sacarle el cuerpo a escuchar sus agravios. Ha tomado algunas medidas, presumiblemente teniendo en cuenta esos agravios, pero no lo ha dicho, lo cual ha sido tomado como displicencia o indolencia y de todos modos como falta de reconocimiento, lo cual ha herido las sensibilidades de los protestantes produciendo crispación y radicalización, porque además perciben debilidad del gobierno al no quererlos escuchar y si es del caso confrontar con argumentos creíbles. Sin embargo, lo que más ha incidido para dicha radicalización ha sido la percepción de que al presidente y a su Ministro de Defensa no les importa realmente corregir sin ambages los abusos en el uso de la fuerza en que han incurrido varios miembros del ESMAD. Y lo peor, la primera vez que escucharon al presidente hablar con cierta firmeza sobre la necesidad de corregir los abusos en el uso de la fuerza por parte del ESMAD fue al día siguiente de la llamada telefónica que le hizo el presidente Biden quien desde su posesión no lo había llamado. A esto se sumó la reacción ante el informe de la CIDH y el discurso de la canciller en el Consejo de Seguridad de la ONU en el cual centré la responsabilidad de los desmanes en la llamada “primera línea” sin aceptar algo de responsabilidad en miembros de la policía.

En fin, lo que vimos el día de la celebración del 20 de julio fue una Nación fragmentada: por un lado van las instituciones del Estado y por otro diferente una buena parte de la sociedad, y en esto hay altas cuotas de responsabilidad en la clase política, incluyendo claro está al presidente.